Transcripción Cuarta Clase de Piglia sobre Borges

Piglia y Borges en el blog"Borges en el Museo de la Novela de la Eterna"
[La presente transcripción procede del audio original del cual vertí, escrupulosamente, el siguiente texto, de una de las cuatro conferencias que Ricardo Piglia hiciera en el año 2013, sobre Borges, en la TV Pública Argentina, con el auspicio de la Biblioteca Nacional. No está demás enfatizar que se trata de un texto oral y que no procede de un texto leído por el autor]


Muchas gracias. Muchas gracias.
Bueno, hoy vamos a cerrar esta serie de conversaciones sobre Borges. Hemos empezado planteando la cuestión que nos parecía, que a menudo no es la que está en la discusión, que es, qué es un buen escritor. ¿Borges es un buen escritor? ¿Qué es un buen escritor?  ¿Por qué es un buen escritor? Dimos vueltas sobre esas preguntas. Pero hoy vamos a encarar la cuestión política de un modo directo. Vamos a trabajar sobre historia y política en Borges, vamos a tratar de ver si podemos encarar esa especie de obstáculo,  que siempre ha sido Borges; ese es un hombre de derecha, sobre todo el Borges que conocemos después de los años cincuenta, yo diría que es el último intelectual de derecha, yo creo que eso lo hemos dicho alguna vez no, es decir el único que dice las cosas  que la derecha no se anima a decir; por eso lo citan tanto, porque él dice, las cosas que dice que son muchas veces irritantes, también tienen que ver con su manera de encarar una posición ética, ser capaz de estar en posiciones digamos no tan populares, en el sentido más inmediato. Yo siempre recuerdo una vez, lo llamaron por teléfono, como decíamos siempre como estaba muy solo, siempre en general si era interesante aceptaba. Era un homenaje a Dostoyevski, que organizaba un instituto, ruso-argentino, una cosa así. Y entonces él fue. Era una como mesa redonda, y creo estaba el embajador ruso. Y cuando llegó el momento de hablar, dijo “A mi Dostoyevski no me gusta, voy a hablar de Dante”. pum, dio una conferencia de Dante, no. A mí siempre me pareció una lección eso. Él habla de lo que quiere él. Eso hizo siempre. A cualquier lugar que lo llamaban, él decía lo que le parecía a él que debía decir. Lo mismo con las preguntas, le hacían una preguntas, y decían por ejemplo, Borges que opina, no sé, de cualquier cosa, de la industria del cemento, supongamos que a alguien se le ocurra preguntarle eso, porque hay una crisis. “Ya Stevenson decía…” Y empezaba a hablar de Stevenson inmediatamente. De modo que hay una ética de la palabra propia. Ninguna palabra es propia. Pero hay una ética del momento de la enunciación. Eso me parece que tiene que ver mucho con el modo en que él se distingue digamos, de los otros intelectuales de derecha que son invisibles no, porque siempre dicen una cosa distinta a la que piensan. 

Por ejemplo en 1960, dijo “Nuestro país está en decadencia desde la ley Sáenz Peña”. Que es una idea que está en el aire, en la Argentina de hoy, Lo que pasa es que nadie se anima anunciarlo, no es cierto. No todos dicen está en decadencia, cada uno tiene una teoría de la decadencia distinta. Efectivamente dice él, es la ley Sáenz Peña, la que impidió que el partido conservador, mantuviese una preeminencia política, en la medida en que el partido conservador expresaba los sectores más concentrados de la economía, y acá no hay un partido conservador que pueda ganar las elecciones, y entonces ahí está todo el dilema no. 

También me  acuerdo para poner también una historia no, que juntamente con esta capacidad de decir  este tipo de cosas. También tenía a diferencia de mucha gente, que abunda actualmente en el campo político, cultural; era un hombre muy sobrio, no cierto, muy austero. Entonces Vargas Llosa le fue a visitar una vez, a mitad de los años ochenta. Ustedes pueden leer esto que les voy a contar en la revista que le hicieron a Vargas Llosa en “Paris Review”, la revista "Paris Review", que creo que está traducida, es una entrevista a Vargas Llosa, que cuenta entre otras cosas, lo que le pasó con Borges. Y lo cuenta un poco, no diría que preocupado, porque no creo que se preocupe Vargas Llosa, pero si un poco inquieto. Lo fue a ver, y yo ya les he dicho que con Borges uno realmente se sentía cómodo. Y muchos amigos han metido la pata por eso, porque se sienten cómodos; y entonces Vargas Llosa estaba hablando con él, y le dijo ”Borges, pero cómo puede ser que usted viva en este departamento”. Porque Borges efectivamente vivía en un departamento muy modesto, que alguna vez nosotros conocemos, un apartamento de tres ambientes, donde había goteras; entonces había una palangana y caía la gota, y Borges tenía una piecita ahí no; estaba lo más tranquilo, y entonces Borges se levantó y le dijo: “Que le vaya muy bien. Los caballeros argentinos no hacemos alarde”, Entonces Vargas Llosa lo cuenta. Y al día siguiente dijo Borges “Vino un peruano, que debe trabajar en una inmobiliaria, porque quería que yo me mudara”. 

Entonces es un hombre de derecha pero tiene un estilo. Tenemos que respetarlo no, porque no está mal que una persona diga lo que piensa. Aunque no nos guste nada lo que dice. Por otro lado si nosotros miramos la cultura contemporánea, y la literatura contemporánea, les voy a decir que nos vamos a llevar más de un problema, porque los mejores escritores del siglo XX, eran todos medio parecidos a Borges. Pound, era uno; Céline no les digo, lo que era; Faulkner no les quiero decir. Gombrowicz...Podíamos seguir haciendo una lista. Todos escritores más interesantes, tenían posiciones, uno podía entenderlas como posiciones aristocráticas anticapitalistas, no eran liberales, digamos. Pasa que en la Argentina, bueno Sarmiento, es un problema Sarmiento, las posiciones políticas de Sarmiento, ¿qué hacemos con eso?... Sarmiento es el mejor escritor argentino, es mejor que Borges, Sarmiento, en el sentido que nosotros decíamos Borges escribe diez páginas, y no va más allá de diez páginas, y tiene un estilo absolutamente extraordinario; en cambio Sarmiento se ponía a escribir y era extraordinario lo que hacía. 

El dueño de la lengua era Sarmiento, no es verdad. El Facundo era un libro extraordinario, ahora que sobre ese libro se construyó el estado argentino, es cierto. ¿Pero qué vamos a decir del libro? Que no nos gusta, porque no nos gustan las ideas de Sarmiento, me parece que nos quedaría poca literatura para leer, no. Con esto quiero decir que una cosa son los debates electorales. Una cosa son las contradicciones que se dan en el mundo político, y otra cosa cuáles son las contradicciones políticas que se dan en el campo de la cultura, y debemos respetar esa distinción. Entonces en el caso de Borges, tenemos que ver cómo actúan esas ideas en su ficción, en sus textos. Porque sus opiniones valen porque las expresa muy bien. Pero no valen más que las de cualquier otro, no es cierto. Eso también tiene que ver con que la cultura argentina, es una cultura de izquierda, digamos. La cultura argentina -no quisiera generalizar demasiado- pero me da la sensación que en la cultura argentina, la izquierda tiene un peso que no tiene electoralmente la izquierda. Entonces cuesta mucho ser de derecha en Argentina. Cuál es el modelo de la cultura de izquierda en Argentina; Mafalda. ¿Vieron la chica de Quino? Yo creo que es el modelo digamos del pensamiento más o menos progresista en argentina; una chica que está contra la guerra, que está con la paz, que no quiere tomar la sopa…una serie de cosas.

Entonces quiero decir que Borges es un inconveniente y al mismo tiempo es una posibilidad de discutir verdaderamente esta cuestión de qué modo vamos a ver las relaciones entre política y literatura; cuando decimos política y literatura estamos diciendo, posición del escritor en su texto. No llamamos política, porque la política es una estrategia, una táctica, usamos esa metáfora, pero ustedes no se van acordar nunca quién era el ministro del interior, en la época de Arlt. O quién era Vítolo, mientras Borges estaba escribiendo, qué se yo. No, no cierto, hay unas relaciones de lo que es el mundo político, de lo que es el desarrollo de la cultura que no tiene equivalencia. En el presente sí parece que es muy importante. Por lo tanto tenemos que darle a eso, no una autonomía, no se trata de eso, hay una política propia, pero debemos saber cómo la vamos a discutir, porque si no sería fácil preguntarle a la gente qué piensa políticamente, y entonces me gustan los textos de él, si está de acuerdo conmigo, y no me gusta sino está de acuerdo conmigo. Es bastante lo que pasa.

Por otro lado el otro problema que propone Borges, es que hasta 1933, pensaba de otra manera, era irigoyenista. En el poema “Fundación Mítica de Buenos Aires”, dice “El corralón seguro ya opinaba Irigoyen”. El corralón es el cono urbano, en el momento, el corralón era eso, el corralón, donde nacieron los tangos; estaban los prostíbulos, llegaba el ganado, llegaban los carreros; era la zona periferia de la ciudad. El “corralón seguro ya opinaba Irigoyen”, es decir estaba ahí Irigoyen. Siempre el corralón opinó seguro, y hubo problemas con eso. Entonces en un momento Borges pensó, que eso estaba muy bien y tenía una posición muy firme; firmó declaraciones a favor de Irigoyen; participó en un comité de intelectuales jóvenes en defensa de Irigoyen

En 1931, publicó un texto que se llama “Nuestras imposibilidades”, en Sur, es un texto muy importante, porque es una versión microscópica de la toda la problemática del ser argentino, y anticipa la radiografía de la pampa; es un texto que influiría muchísimo en Octavio Paz, para que Octavio Paz escribiera “El Laberinto de la soledad", es también un texto sobre la cultura mexicana. En ese texto Borges ataca la crisis del treinta, el golpe del treinta con mucha vehemencia en medio de lo que dice, digamos que el único momento en que él incurre en esa metafísica del ser nacional, incurre a su manera, microscópicamente, en un texto de cuatro páginas. No necesita escribir “Historia de una pasión Argentina” como Mallea, ni necesita escribir “Reyes de la Pampa”; escribe un texto de cinco páginas que es buenísimo. Aunque tiene el problema de que también a él, en ese momento se le ocurrió a ver si había una esencia argentina; que no hay, ya les aviso yo, que no hay.

Nosotros, vamos a tomar un momento que es 1951, por dos motivos. Primero, Borges ya sabe que se va a quedar ciego, ha tenido una serie de operaciones, está resignado. En el 53, después del 53 ya no puede leer. Entonces se apura un poco, y en ese año escribe textos extraordinarios. Escribe “Kafka y sus precursores”, escribe ese texto, del que yo les leí, es un texto buenísimo, que se llama “Nota sobre, hacia Bernard Shaw”. Pero también escribió “Kafka y sus precursores”, y también dio una conferencia extraordinaria, que creo que es un texto básico de Borges, “El escritor argentino y la tradición”, un texto que ha producido un efecto increíble, y sobre ese texto quisiera decir algunas cosas.

El año 51 ,es importante, porque el año 52, él va a publicar su último libro, de hecho, que es “Otras inquisiciones”, ya en el 53 escribe “El Sur”, y después, estamos con la ceguera, es otra cuestión. Un libro muy bueno “Otras inquisiciones”, es su testamento, digamos, él sabe lo que está pasando. Entonces él da esa conferencia en el “Colegio Libre de Estudios Superiores” que era una institución que se habían creado los opositores a Perón,  un poco con el modelo de lo que es el “Colegio France”, o de lo que es el "Colegio de México", un lugar que no es universitario, pero que tiene un nivel, en fin, que Perón luego cerró, por supuesto. Entonces él da la conferencia ahí en el año 51, porque ha empezado a dar conferencias a partir de 1946, cuando los peronistas lo echan con el chiste, que parece que es de Borges, en definitiva, si no es de Borges es de un borgeano del peronismo; porque es un chiste decirle a Borges, Borges usted ahora es inspector de aves y…es hermosísimo, parece que formara parte de “El Arte de injuriar”. Es un chiste extraordinario, todo el mundo se escandaliza, a mí me parece maravilloso que le hayan dicho eso, no. Era como decirle “Mire Borges reconocemos su calidad verbal, y ahora le vamos a hacer un chiste". Lo que dicen ahora, parece ser es que él mismo inventó ese chiste, que lo trasladaron no sé a dónde, y él dijo, bueno me nombraron inspector de aves. Lo cierto es que se queda sin trabajo y entonces ahí se produce algo, que es muy importante, empieza a dar conferencias, pero como conferencista, Borges se convierte en una figura mundial. Es uno de los grandes conferencistas contemporáneos. Las conferencias de Borges eran la cosa más multitudinaria que ustedes se puedan imaginar; en Dinamarca, en Brasil, en cualquier lugar, fuera Sao Paulo. Él dio las conferencias “Norton” en Harvard en 1967, que son digamos el punto más álgido que puede llegar un escritor. Son las conferencias que dieron, en fin todos, Stravinski, que se publicaron acá, creo que se llaman “El Arte de la poesía”, o algo así.

Pero su éxito como conferencista se lo debe al peronismo, al peronismo se lo debe, porque el peronismo lo dejó sin trabajo y tuvo que empezar a dar conferencias. Y también se lo debe a Estela Canto. Yo les recomendaba unos libros, les recomiendo el libro de Estela Canto, “Borges a contraluz” lo mejor que se ha escrito biográfico sobre Borges. Ella es la mujer a la que le dedicó “El Aleph”, y fue uno de los amores de Borges, era una mujer extraordinaria, bellísima; estaba en “Sur”, y era del partido comunista; y su hermano Patricio Canto, era un figura importantísima de vida cultural de izquierda argentina; gran traductor, muy amigo de Oscar Mazotta. Ahí Borges entró en contacto con otro mundo, y esta muchacha lo empezó a poner en problemas a Borges, como ahí está contado en las cartas; tanto lo puso en problemas que un día le dijo tienes que ir al psicoanalista, porque Borges tenía ciertos problemas. Efectivamente Borges fue al psicoanalista en año 46, 47. Desde luego en el libro, yo no voy a decir el nombre del psicoanalista, pero en el libro de Estela Canto está el nombre, y Germán García le hizo una entrevista al psicoanalista. Entonces, qué pasó, lo que pasa con el psicoanálisis; Borges no resolvió el problema al que iba, pero perdió la timidez, y pudo dar conferencias. A mi paso igual yo empecé a analizarme en 1970, sigo con los mismos problemas, pero aprendí a bailar tango como nadie. “Es decir para otro lado le sale”.

Borges en realidad era muy tímido, tan tímido era que nunca había dado una conferencia, siempre las conferencias de Borges las leía otra persona, porque él estaba aterrado. Era incapaz de hablar en público. El análisis que hizo le ayudó muchísimo, nos ayudó muchísimo, porque Borges empezó a dar conferencias, creó un estilo de conferencias, que es un estilo extraordinario, parece que estuviera pensando con uno. Ese estilo que tiene siempre parece que estuviera hablando con alguien más inteligente. Eso tuvo un éxito maravilloso.

Entonces consigue un puesto de conferencista en el “Colegio Libre de Estudios Superiores”, que es en un modo de ganarse la vida que tiene, y en 1951 da esa conferencia que es la más importante que dio. Es una conferencia que él escribe. Hay un trabajo de Daniel Balderston muy interesante, sobre los cuadernos donde él escribió varias versiones de la conferencia, pero después la improvisó; que es muy interesante eso. De modo que él trabajó escribiendo, en el año 51, esa conferencia varias versiones, pero luego fue y la improvisó. Y lo que nosotros leemos es la versión taquigráfica en el “Colegio Libre de Estudios Superiores”. Ahí Borges da una hipótesis extraordinaria muy ligada a lo que estábamos viendo la semana pasada, sobre los modos de leer como autónomos en relación a los textos. Porque la tesis central es que hay una serie de literaturas secundarias y desplazadas de las grandes corrientes europeas, que tiene la posibilidad de un manejo irreverente de las tradiciones culturales; de las grandes tradiciones centrales las cuales son pertenecen, y pone ahí a la cultura judía, a la tradición irlandesa y a la literatura argentina. Para Borges el lugar incierto que tiene el pueblo judíos sin territorio, gran lector de la hermenéutica y de la cábala; pueblo nómade, que lee siempre fuera de su propia tradición, y que su tradición es “el Libro”.

La cultura irlandesa, es una cultura encapsulada dentro del imperio inglés, que ha perdido su lengua que es el gaélico, y que lucha contra la tradición del país imperialista, desde adentro mismo de la cultura; y produce lo que Borges siempre dice, produce una cultura de Bernard Shaw; y produce a Joyce, que es de la tradición católica, por lo tanto también tiene una posición distinta respecto a lo que es la tradición central protestante, forma parte de una minoría católica Joyce; y Joyce escribe sobre esto todo el tiempo, sobre Parnell , sobre la tradición.

Entonces él ve en la tradición irlandesa a la que admira muchísimo, como admira muchísimo a la tradición judía, a la tradición digamos de lectura judía, algo parecido a lo que pasa en Sudamérica, dice por primera vez, está hablando de Sudamérica en la conferencia, que es muy raro. Es la literatura argentina, "El escritor argentino y la tradición", pero también es Sudamérica, yo diría, el río de la Plata, habría que ubicar qué Sudamérica es esa no. En definitiva Borges dice que la tradición nacional es un modo de usar la cultura extranjera. La tradición nacional es un modo de usar la cultura extranjera. No es un contenido. Es un modo de leer. En el mismo sentido que había dicho antes, esto que yo les dije que se había un modo de leer que él podía saber de cómo iba a ser en el futuro, porque es el modo de leer el que constituye lo que luego sería un contenido. Por lo tanto libera a la discusión sobre lo nacional de cualquier cuestión de contenido. Contenido folklórico, contenido prehispánico, contenido anti inglés, contenido pro francés o lo que fuera. Pone una posición extraordinaria. ¿Por qué? Porque siempre le leemos fuera de lugar. Siempre lo que nos viene está descolocado, no está en la tradición que debe ser. Bueno Sarmiento es un ejemplo de eso, el Facundo es un libro escrito con toda la biblioteca, y no se parece a ningún libro que se haya escrito en esa época; como Borges escribe con todo los libros y díganme algo parecido a lo que hace Borges acá ,  es un uso de la cultura que está ligado a todo lo que está pasando en la cultura sincrónicamente en ese momento, y el objeto que se produce  es un objeto nuevo y novedoso  que está hecho de todo eso y es nuevo y distinto.

Entonces estamos fuera de lugar, tenemos la mirada al sesgo, entonces vemos lo que no ven los de la tradición central que están metidos adentro. Es una gran hipótesis sobre la localización de la cultura, no sobre la historización. Él cambia lo que había hecho con Pierre Menard   y lo que había hecho en esta cita "si yo pudiera leer la literatura del año 2000..." es decir que la literatura cambia con el tiempo, que la lectura y los usos de la lectura cambian con el tiempo, acá lo cambió y lo puso en el espacio. Lo que cambia es la colocación en el espacio, lo que cambia es la colocación en el espacio, y según donde estoy en el espacio, estoy leyendo de otra manera. Extraordinario.

Entonces qué tendríamos de común con la tradición judía y la tradición irlandesa, bueno que estamos en un lugar completamente alejado de todo, que no tenemos tradición colonial, que tenemos una tradición colonial pobrísima, que no tenemos tradición prehispánica, que tenemos el desierto. Es eso lo que nos pone en una posición que él asimila con la tradición judía de la diáspora, con la tradición irlandesa del sometimiento a la presencia del idioma inglés, del imperialismo inglés y de la resistencia que eso genera.

El único punto para empezar a pensar, que nosotros podíamos considerar ligado a su posición política, es que él habla de la tradición occidental, que era la idea que manejaban los norteamericanos en la guerra fría para oponerse a los rusos, a la cultura soviética. Occidente era lo que había que contraponer al socialismo soviético. Entonces cuando él dice la tradición occidental, me parece que ahí está interviniendo en esa cuestión, porque también intervenía, escribía en las Revistas del Congreso por la Libertad de la Cultura. Era también activo en su lucha anticomunista, porque él, para decirlo como se suele decir ahora que está de moda, no era eurocéntrico, él siempre pensó que las grandes literaturas eran árabes, siempre dijo que el mejor libro que se había escrito eran "Las mil y una noches"; no era alguien que estaba incrustado en la tradición occidental, fue un escritor que siempre se abrió a las  literaturas que uno podría considerar menores , literaturas que están afuera de la tradición , de la novela inglesa... Y dentro de las tradiciones occidentales siempre eligió escritores menores. Chesterton le interesaba porque era católico, porque eso ya lo ponía en una situación desviada respecto a lo que era la tradición inglesa, Bernard Shaw era una fabiano, un socialista fabiano; Kipling y Stevenson andaban por ahí en el borde del imperio, habían nacido en lugares...en fin, siempre buscó escritores que no estaban en la línea central como ejemplo de lo que él buscaba.

Contó María Kodama en Madrid, hace algún tiempo una cosa que me emocionó muchísimo, en el final de su vida, cuando le faltaban unos meses para morir contrató un profesor para que le enseñara árabe, tenía 85 años y estaba muy mal. Con eso lo que quiero decir es que él  no es un hombre cuya literatura pueda entenderse como se suele decir ahora, como una literatura muy ligada a lo que podríamos llamar la tradición muy dominante , siempre buscó, siempre se hizo de literaturas que estaban fuera de ese circuito central.

La otra cosa que quiero marcar es el asunto de la noción de tradición, que él toma de Eliot, pero que a mí me parece muy importante porque resuelve un problema para plantear una cuestión técnica, resuelve un problema que está en el centro del debate actual. Digamos las posiciones más radicalizadas del pensamiento, digamos, no sé cómo llamarlo... pensamiento moderno, vamos a llamarlo pensamiento positivi... ¡Derrida! La idea es que nosotros no podemos leer un texto, remitiéndolo a su condición de producción, porque los contextos son infinitos. Es decir nunca vamos a poder terminar de armar un contexto, porque siempre hay otra cosa que se podría agregar. Por lo tanto ahí aparece idea del texto que es leído en su propia interioridad, y entonces empieza toda una cuestión que pone en crisis toda la idea de representación. En cambio la idea de tradición es la idea de un contexto cerrado. Cerrado de una manera arbitraria, incluso la invención de las tradiciones, si ustedes quieren: pero Borges  está viendo la tradición como...el contexto es lo que nosotros podemos considerar que  acompaña un texto y permite entenderlo , entonces uno puede abrir eso de una manera..., uno puede leer Pedro Páramo y pensar en la historia de los ferrocarriles, puede pensar en la historia de la guerra civil en México, y después puede pensar que...La tradición es una manera de enmarcarlo y por eso me parece que Borges habla de tradición ahí.

Me parece que el ejemplo de lo que es esa lectura espacial, y de lo que es el hecho de que en un país lateral se pueda ver el universo, es el Aleph. Porque en una casa del barrio del sur, está el universo. Si ustedes lo ven es una metáfora de lo que él dijo en "El escritor argentino y la tradición", el problema es que "El Aleph" está escrito diez años antes. Entonces Carlos Argentino Daneri tiene El Aleph y escribe cosas que son horribles porque no encuentra la forma de dar cuenta de toda esa totalidad, pero tiene el acceso localizado a lo que yo llamaría la cultura mundial; en el sentido en el que en "El escritor argentino y la tradición", desde el lugar en el que estamos tenemos acceso; y el acceso está muy ligado a la localización. Hay que bajar al sótano, acostarse de una manera particular... Estamos en la idea que tiene Borges de la cuestión de cómo se localiza el lugar desde el cual se conoce. Ustedes relean el relato y van a ver -es lindísimo el relato- hay que estar de una manera particular para poder verlo. Que es como un comentario anticipado a lo que él luego va   a desarrollar como teoría en "El escritor argentino y la tradición", la idea de que hay que estar en una posición determinada, para poder entonces hacer funcionar de un modo definido, esa cultura que se nos viene encima, que es una cultura múltiple que prolifera, que nosotros solo podemos tomar un fragmento, usar ese fragmento...en fin.

Y hay una intriga en esa conferencia, hay una intriga que a mí me llama la atención que no se haya comentado, no la he visto comentada. Borges critica, estamos en el año 51, Borges critica la intervención de Munera, que escribe un texto que se llama algo así como Demolición de una poesía contra Borges, porque dice que Borges ha abandonado la poesía que hacía antes, que era una poesía argentina, de los patios...Para escribir esas ficciones cosmopolitas horribles, hace un brulote contra Borges. Entonces Borges en el 51 le contesta de una manera muy elegante, dice: estos nacionalistas siempre están traduciendo a alguien porque éste ha traducido al existencialismo, dice él, qué clase de nacionalista es que me ataca a mí traduciendo... sigue diciendo que con su empaque oscuro dice él, no lo nombra, ahí uno dice con su empaque oscuro...porque, ¿Qué había pasado? Sartre había publicado en el cuarenta y ocho, un ensayo que es uno de los primeros ensayos de Sartre que se llama   "La nacionalización de la literatura" , y entonces Murena se dio cuenta de que había que nacionalizar la literatura, claro; y con él la gente de "Contorno", quiero decirles. Porque en ese entonces la gente de "Contorno" estaba con Murena y ellos descubrieron la nacionalización de la literatura leyendo a Sartre, lo hicieron mucho mejor que nadie, pero hay que decir las cosas como son. Y Borges con mucha elegancia dice: No me gustan los nacionalistas que en realidad traducen teorías europeas. Luego critica sus propios intentos de escribir con color local- Dice Borges: Séame permitida aquí una confidencia, una mínima confidencia. Durante muchos años, en libros ahora felizmente olvidados, traté de redactar el sabor, la esencia de los barrios extremos de Buenos Aires; (entonces ahí se critica)naturalmente abundé en palabras locales, no prescindí de palabras como cuchilleros, milongas, tapia, y otras, y escribí así aquellos olvidables y olvidados libros; luego, hará un año, escribí una historia que se llama “La muerte y la brújula” que es una suerte de pesadilla, una pesadilla en que figuran elementos de Buenos Aires deformados por el horror de la pesadilla; pienso allí en el Paseo Colón y lo llamo Rue de Toulon, pienso en las quintas de Adrogué y las llamo Triste-le-Roy; publicada esa historia, mis amigos me dijeron que al fin habían encontrado en lo que yo escribía el sabor de las afueras de Buenos Aires. Precisamente porque no me había propuesto encontrar ese sabor, porque me había abandonado al sueño, pude lograr, al cabo de tantos años, lo que antes busqué en vano. La primera vez que hablé de Buenos Aires es cuando inventé un Buenos Aires, como el Buenos Aires de "La muerte y la brújula"...Que es un Bs As onírico , que es un Bs As como ustedes saben, está Triste Le Roy, que es la Quinta de Adrogué, que está en el sur. Pero lo que es destacable acá  es que dice hará un año, y "La muerte y la brújula" es de 1942, entonces si lo hubiera escrito en 1950, sería lógico que dijera un año, acá hay un problema con la cronología, es un lapsus deliberado; porque el ensayo él lo publica en 1953, en la revista "Cursos y conferencias" la revista del colegio Libre, y ahí aparece hará un año; luego lo vuelve a publicar en Sur en el año 55, en enero del 55 y vuelve a poner hará un año,  luego incluye el texto en la reedición del año 57 del libro "Discusión" y vuelve a poner hará un año; o sea que es tan deliberado como... porque Borges era muy astuto, nunca iba a decir. Nunca iba a decir "yo aquí estoy enunciando en dos lugares a la vez". No iba a decir eso. Iba a esperar a que alguien, que no era yo, porque seguramente alguien lo debe haber visto alguna vez, lo que pasa es que yo ahora estoy hablando con ustedes de Borges, entonces traigo esta cuestión. 

Por lo tanto la conferencia debe ser leída como una conferencia enunciada en 1943 no. Parece una especie de espiritismo literario, pero no es un espiritismo de la literatura, él mismo está pensando en 1943 como un lugar de debate, por qué está pensando en 1943, mientras está hablando en 1951, porque por un lado él al incluirlo en "Discusión" le está poniendo el espacio dentro del cual la discusión está planteada, porque "Discusión" es un libro nacionalista, digamos; entonces lo pone ahí como discutiendo con los artículos que escribía en ese momento y lo pone ahí, no lo pone en "Otras inquisiciones", que va a publicar en  el año 52; era muy astuto Borges. ¿Qué es lo que pasa? el año 43 es un año clave para él, es el año en el que escribe "El poema conjetural", para empezar, pero estamos en pleno nazismo. Entonces Borges en una declaración en la SADE de 1944   dice:

[…]Me he dado cuenta que mi culto al coraje, a los héroes militares, y a la tierra, a la sangre y al linaje, -que son la base de su nacionalismo- eran lo mismo que estaban haciendo los nazis. Y fíjense lo que dice: Quiero Añadir unas palabras, sobre un problema que el nazismo propone al escritor. Mentalmente el nazismo no es otra cosa que la exacerbación de un prejuicio del que adolecen todos los hombres. La certidumbre de la superioridad de su patria, de su idioma, de su religión, de su sangre. Dilatado por la retórica, agravado por el fervor, simulado por la ironía; esa convicción candorosa es uno de los temas de la literatura. No hay sin embargo que olvidar que una secta perversa, ha contaminado esas antiguas e inocentes ternuras, y que frecuentarlas ahora, es consentir o proponer una complicidad.

Carezco de toda vocación de heroísmo, de toda facultad política, pero desde 1939, he procurado no escribir una línea que permita esa confusión. Mi vida de hombre es una imperdonable serie de mezquindades, yo quiero que mi vida de escritor sea un poco más digna.

Entonces dice si yo sigo en esa línea del nacionalismo estoy haciendo lo que los nazis están llevando adelante de una manera...era el año 43, un año terrible, porque Hitler estaba dominando toda Europa.  Entonces el efecto es escribir "La muerte y la brújula", que es un texto sobre el antisemitismo, como dice Borges, cita ahí a Ernest Palace, que es Ernesto Palacio, uno de los nacionalistas que dice que se queja de un progrom, porque vieron que mataron a tres personas en tres meses, dice este progrom tan frugal que necesito tres meses para matar tres judíos, se queja en el texto el nacionalista Ernest Palace. Después está lleno de datos, habla del nacionalismo de la época, habla del caudillo barcelonés que es Barceló; y después es un texto sobre la tradición judía, en principio es un texto sobre la tradición judía. Y ahí hay una sorpresa que para mí también es una cosa increíble que Borges haya sido capaz de hacer eso. Resulta que en el relato están las tres tradiciones de las que él va hablar en "El escritor argentino y la tradición", diez años después.

Está en principio la cultura judía que es el centro de la historia, porque es una serie de crímenes que tienen que ver con una idea del nombre de Dios, está totalmente explicita la idea   de que Yarmolinsky, el primero que muere es un judío, y  por lo tanto la tradición judía está muy presente, incluso Lönnrot, sigue esa línea. Pero también está la tradición irlandesa porque hay un personaje que se llama Finnengas, que tiene un bar en la Rue Toulon, donde se construye el crimen ficticio. Entonces la tradición irlandesa arma esa especie de juego, donde hacen aparecer que hay un tercer muerto, cuando en realidad es alguien disfrazado, que como yo les decía "iban por serpentinas muertas del alba". Y luego la tradición argentina es la del segundo crimen, porque Acevedo es el que inicia la malvada serie, digamos, Acevedo por error mata a Yarmolinsky, porque estaba tratando de robar unos rubíes, y aparece este hombre que en realidad es un rabino, es un intelectual judío, y él lo mata, el principio argentino, dice Borges, de dejarse llevar por la acción. Lo matan en lo que sería el segundo crimen, esto se los voy a leer...el primer crimen es el de Yarmolinsky, el judío; el segundo es el crimen argentino, digamos; la tradición, judía, la tradición argentina y la tradición irlandesa:

"El muerto ya había sido identificado. Era Simón Acevedo, (yo les dije lo que decía Borges del apellido Acevedo, de su madre "eran de una ignorancia inconcebible", todos los personajes bárbaros se llaman Acevedo, Acevedo Bandeira, Acevedo éste...A todos les pone Acevedo) era Manuel Simón Acevedo, hombre de alguna fama en los antiguos arrabales del Norte, (parece que estuviéramos hablando de los cuentos de cuchilleros) que había ascendido de carrero a guapo electoral, para degenerar después en ladrón y hasta en delator. El singular estilo de su muerte les pareció adecuado: Acevedo era el último representante de una generación de bandidos que sabía el manejo del puñal, pero no el del revólver"

Entonces uno ve en el texto, que es un texto muy ligado a ¿Qué quiere decir entender una situación? , que aparecen estas tres líneas, que él considera a partir de las cuales se puede entender una tradición; está la línea de la tradición judía donde Scharlach es también judío, en realidad es el que construye toda la situación, el que construye digamos esa suerte de laberinto malvado para atrapar ahí a Lönnrot; y Lonnröt va siguiendo estas interpretaciones, y se pierde en las estas tres interpretaciones.

Me parece extraordinario que Borges primero haya escrito un texto trabajando las tres tradiciones, y diez años después haya escrito un ensayo para explicar que esas tres tradiciones le parecen importantes. Porque así es, la ficción primero piensa los problemas; porque la ficción es también conceptual, y luego si Borges tiene interés o no, escribe sobre la cuestión. El hecho de que él haya dicho, "hace un año", me parece que nos lleva (y con eso termino) a la incertidumbre de las cronologías y de las periodizaciones que se hacen de una manera mecánica, o siguiendo modelos externos a lo que se está analizando. Tenemos que ser capaces, y esto lo hacen los historiadores, de ser capaces de construir las periodizaciones que se corresponden al objeto que estamos estudiando; no podemos aplicarle una periodización y decir o que se escribía en la época de Menem, como se suele decir lo que se escribía en la época de Menem, bueno pero por ahí el que escribió esa obra en la época de Menem la empezó a escribir vaya a saber cuándo. Con qué periodo se vincula un escritor. Cómo podemos escribir esa especie de elemento que sería como la base ideológica, sobre la cual un escritor va y vuelve. Me parece que hay tratar de construir esa situación, porque como les dije yo, el escritor no inventa la ideología, la encuentra hecha; no podemos culpar al escritor porque en sus textos hay una ideología determinada, porque los escritores no la inventan; la encuentran donde la encuentran, y la encuentran en los debates del momento. Borges está aquí hablando de los debates de los años 40 y los años 30.

Termino con dos cuestiones. Scharlach es el bárbaro que lee un libro para construir esa trama. A mí siempre me hace acordar al Joker, al Guasón de Burton, al Batman de Burton. Es un personaje extraordinario, uno de los grandes personajes de la literatura argentina, una especie de malvado divertido y que le gusta construir escenas...que le arma todo ese asunto a Lönnrot y se lo lleva por ahí y lo mata en el sur, como en el sur de Borges, Lönnrot va a que lo mate el bárbaro, es decir que va al lugar donde está ese bárbaro, que es un bárbaro además que tiene una característica fascinante, porque es una especie de Arlequín. Lo lleva al sur y ahí lo mata. Entonces me parece que está en la línea donde está la pulsión de Borges. La pulsión de Borges es que siempre el intelectual muere en manos del bárbaro, y que eso en algún sentido, tiene un sentido. Se acuerdan del final que es muy divertido, el final de "La muerte y la brújula", Lönnrot le dice, y si hiciéramos un laberinto lineal, usted me busca en A, yo estoy en B, usted me encuentra en C; bueno, Scharlach le dice, eso será la próxima vez que lo mate. Y, pam, lo mata.

Me parece que ahí hay algo que en Borges es muy básico, si tenemos un minuto les voy a leer algo que ustedes ya saben pero que es muy notable en relación a esta cuestión de Sudamérica, y es el final del "Poema conjetural", que es un poema de 1943, "Zumban las balas en la tarde última"...hay una batalla:

Hay viento y hay cenizas en el viento, 
se dispersan el día y la batalla
deforme, y la victoria es de los otros.
Vencen los bárbaros, los gauchos vencen.
Yo, que estudié las leyes y los cánones,
yo, Francisco Narciso de Laprida,
cuya voz declaró la independencia
de estas crueles provincias, derrotado,
de sangre y de sudor manchado el rostro,
sin esperanza ni temor, perdido,
huyo hacia el Sur por arrabales últimos. 
esperanza ni temor, perdido,
huyo hacia el Sur por arrabales últimos. 
.................................................................
Yo que anhelé ser otro, (dice Laprida, un antepasado de Borges) ser un hombre 
de sentencias, de libros, de dictámenes 
a cielo abierto yaceré entre ciénagas; 
pero me endiosa el pecho inexplicable 
un júbilo secreto. Al fin me encuentro 
con mi destino sudamericano... 

Es la muerte de Dahlmann: me endiosa un júbilo secreto, encontré mi destino sudamericano. Nunca deja de estar ligado a esa zona de su obra, nunca deja de estar ligado, más allá de las posiciones políticas que tome. Eso es un escritor , me parece a mí. El sentido puede ser horrible, pero eso es el sentido para él. Entonces que él haya dicho sudamericano, hablando de los escritores de acá en "El escritor argentino y la tradición", y que haya aparecido la palabra sudamericano, que no es una palabra que Borges use, en el "Poema conjetural" que es del mismo año, 1943, esa enunciación me parece que es un elemento que debemos tener presente.

Quería terminar, efectivamente terminar, con la cuestión de "La muerte y la brújula", que me parece que es una gran ficcionalización de la ciudad de Buenos Aires, no es la ciudad orillera del "Hombre de la esquina rosada", se transforma en una ciudad abstracta, es la ciudad de las masas, si ustedes miran con cuidado se van a dar cuenta que está llena de datos extranjeros, hay húngaros, hay de todos ahí dentro; es la ciudad de la inmigración, la ciudad contra la que Borges construyó ese mundo de la ciudad criolla. Él prefería todos esos guapos que están antes de 1900, que están antes de la inmigración, en eso es como Lugones, y en eso les voy a decir es como Jauretche también; porque yo me acuerdo Jauretche escribiendo contra Beatriz Guido en "El medio pelo", le hacía notar que ella en realidad era Güido; la descartaba porque no era Guido, era Güido, pese a que el padre de Beatriz Guido es un gran arquitecto que recuperó la tradición americana y que Jauretche habría tenido que tener más respeto, y no hacerse el estanciero de Entrerrios, como Borges. Por qué tiene que decirle a una escritora que su apellido es italiano. Es lo que hace Borges todo el tiempo, pero claro... y lo que hacía Lugones. ¿Por qué? porque los italianos y los españoles y los polacos eran la clase obrera nueva, eso era lo que pasaba. Entonces Borges no pone nunca un relato más allá de 1900, porque no quiere contaminar. Cuando construye una ciudad real, paranoica, en la que está lleno de extranjeros el asunto, eso es muy importante, me parece.

Nosotros encontramos una cosa que me pareció muy divertida, que es el modo en que Godard, empezamos eso en la primera reunión, Godard en Alphaville cita a Borges, mejor dicho, usa a Borges sin citarlo, y veíamos en Alphaville algo que está muy ligado con "Historia de la Eternidad", pero también está muy ligado con "La muerte y la brújula", porque es una ciudad que está definida por el norte y el sur, y es una ciudad que vive en el presente, que no tiene ni pasado ni futuro; que son las ciudades de Mármol, de Sarmiento y de Borges. La ciudad del presente es un horror; la ciudad futura, dice Sarmiento, la ciudad futura será extraordinaria; cuando Buenos Aires se saque por encima a Rosas tendremos una ciudad, porque la ciudad está ahora invadida por la barbarie. Y Borges dice, la ciudad ahora del presente, de 1940, de 1950 es una ciudad terrible, pero en el pasado estaba la ciudad criolla, no estaban los inmigrantes, donde los hombres eran un poco pesados, pero eran muy argentinos, y hablaban como Funes, sin el silbido italiano. Entonces me parece que Alphaville que construye una ciudad en el presente puro, tiene un eco de "La muerte y la brújula". 

Bueno, entonces muchas gracias. 

TV Pública Argentina
Biblioteca Nacional.

Transcripción de audio: Ana María Rivera   


Puedes encontrar la transcripción de las otras clases en el blog "Equívocos sin Importancia"

Para leer transcripción de la primera clase 
http://equivocos.com/2017/06/borges-piglia-clase1-transcripcion/

Para leer transcripción de la segunda clase
http://equivocos.com/2017/07/borges-piglia-clase2-transcripcion/

Para leer transcripción de la tercera clase 
http://equivocos.com/2017/07/borges-piglia-clase3-transcripcion/


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Biografía de Tadeo Isidoro Cruz (1829-1874)

Biografía de Tadeo Isidoro Cruz  (1829-1874)
“[…] Había corregido el pasado; en aquel tiempo debió de considerarse feliz, aunque profundamente no lo era. (Lo esperaba, secreta en el porvenir, una lúcida noche fundamental: la noche en que por fin vio su propia cara, la noche en que por fin escuchó su nombre. Bien entendida, esa noche agota su historia; mejor dicho, un instante de esa noche, un acto de esa noche, porque los actos son nuestro símbolo.) Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es. Cuéntase que Alejandro de Macedonia vio reflejado su futuro de hierro en la fabulosa historia de Aquiles; Carlos XII de Suecia, en la de Alejandro. A Tadeo Isidoro Cruz, que no sabía leer, ese conocimiento no le fue revelado en un libro; se vio a sí mismo en un entrevero y un hombre.[…] J. L. Borges de "Biografía de Tadeo Isidoro Cruz (1829-1874)" [Obra pictórica Jamie Baldridge] http://www.jamiebaldridge.com/

El Aleph (Fragmentos)

La candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió, después de una imperiosa agonía que no se rebajó un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo, noté que las carteleras de fierro de la Plaza Constitución habían renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios; el hecho me dolió, pues comprendí que el incesante y vasto universo ya se apartaba de ella y que ese cambio era el primero de una serie infinita. Cambiará el universo, pero yo no, pensé con melancólica vanidad; alguna vez, lo sé, mi vana devoción la había exasperado; muerta, yo podía consagrarme a su memoria, sin esperanza, pero también sin humillación. Consideré que el treinta de abril era su cumpleaños; visitar ese día la casa de la calle Garay para saludar a su padre y a Carlos Argentino Daneri, su primo hermano, era un acto cortés, irreprochable, tal vez ineludible.

[…]

Así, en aniversarios melancólicos y vanamente eróticos, recibí las graduales confidencias de Carlos Argentino Daneri.

[…]

Otras muchas estrofas me leyó que también obtuvieron su aprobación y su comentario profuso. Nada memorable había en ellas; ni siquiera las juzgué mucho peores que la anterior. En su escritura habían colaborado la aplicación, la resignación y el azar; las virtudes que Daneri les atribuía eran posteriores. Comprendí que el trabajo del poeta no estaba en la poesía; estaba en la invención de razones para que la poesía fuera admirable; naturalmente, ese ulterior trabajo modificaba la obra para él, pero no para otros. La dicción oral de Daneri era extravagante; su torpeza métrica le vedó, salvo contadas veces, trasmitir esa extravagancia al poema.

[…]

Este se proponía versificar toda la redondez del planeta; en 1941, ya había despachado unas hectáreas del estado de Queensland, más de un kilómetro del curso del Ob, un gasómetro al norte de Veracruz, las principales casas de comercio de la parroquia de la Concepción, la quinta de Mariana Cambaceres de Alvear en la calle Once de Septiembre, en Belgrano, y un establecimiento de baños turcos no lejos del acreditado acuario de Brighton. Me leyó ciertos laboriosos pasajes de la zona australiana de su poema; esos largos e informes alejandrinos carecían de la relativa agitación del prefacio. Copio una estrofa
Sepan. A manderecha del poste rutinario
(Viniendo, claro está, desde el Nornoroeste)
Se aburre una osamenta –¿Color? Blanquiceleste–

Que da al corral de ovejas catadura de osario.
Que da al corral de ovejas catadura de osario.

[…]

….iban a demoler su casa.

–¡La casa de mis padres, mi casa, la vieja casa inveterada de la calle Garay! –repitió, quizá olvidando su pesar en la melodía.
No me resultó muy difícil compartir su congoja. Ya cumplidos los cuarenta años, todo cambio es un símbolo detestable del pasaje del tiempo; además, se trataba de una casa que, para mí, aludía infinitamente a Beatriz.

[…]

Vaciló y con esa voz llana, impersonal, a que solemos recurrir para confiar algo muy íntimo, dijo que para terminar el poema le era indispensable la casa, pues en un ángulo del sótano había un Aleph. Aclaró que un Aleph es uno de los puntos del espacio que contienen todos los puntos.

[…]

–¿El Aleph? –repetí.
–Sí, el lugar donde están, sin confundirse, todos los lugares del orbe, vistos desde todos los ángulos. A nadie revelé mi descubrimiento, pero volví. ¡El niño no podía comprender que le fuera deparado ese privilegio para que el hombre burilara el poema!

[…]

Corté, antes de que pudiera emitir una prohibición. Basta el conocimiento de un hecho para percibir en el acto una serie de rasgos confirmatorios, antes insospechados; me asombró no haber comprendido hasta ese momento que Carlos Argentino era un loco. Todos esos Viterbo, por lo demás... Beatriz (yo mismo suelo repetirlo) era una mujer, una niña, de una clarividencia casi implacable, pero había en ella negligencias, distracciones, desdenes, verdaderas crueldades, que tal vez reclamaban una explicación patológica. La locura de Carlos Argentino me colmó de maligna felicidad; íntimamente, siempre nos habíamos detestado.

[…]

Arribo, ahora, al inefable centro de mi relato; empieza, aquí, mi desesperación de escritor. Todo lenguaje es un alfabeto de símbolos cuyo ejercicio presupone un pasado que los interlocutores comparten; ¿cómo transmitir a los otros el infinito Aleph, que mi temerosa memoria apenas abarca?

Los místicos, en análogo trance, prodigan los emblemas: para significar la divinidad, un persa habla de un pájaro que de algún modo es todos los pájaros; Alanus de Insulis, de una esfera cuyo centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna; Ezequiel, de un ángel de cuatro caras que a un tiempo se dirige al Oriente y al Occidente, al Norte y al Sur. (No en vano rememoro esas inconcebibles analogías; alguna relación tienen con el Aleph.) Quizá los dioses no me negarían el hallazgo de una imagen equivalente, pero este informe quedaría contaminado de literatura, de falsedad. Por lo demás, el problema central es irresoluble: la enumeración, siquiera parcial, de un conjunto infinito. En ese instante gigantesco, he visto millones de actos deleitables o atroces; ninguno me asombró como el hecho de que todos ocuparan el mismo punto, sin superposición y sin transparencia. Lo que vieron mis ojos fue simultáneo: lo que transcribiré, sucesivo, porque el lenguaje lo es. Algo, sin embargo, recogeré.

[…]

¿Existe ese Aleph en lo íntimo de una piedra? ¿Lo he visto cuando vi todas las cosas y lo he olvidado? Nuestra mente es porosa para el olvido; yo mismo estoy falseando y perdiendo, bajo la trágica erosión de los años, los rasgos de Beatriz.

[…]

Fragmentos del cuento de Jorge Luis Borgs "El Aleph", de su libro homónimo.

(Leer texto completo en páginas interiores


Macedonio Fernández

Macedonio Fernández
“[...] Desde mañana seré contigo un artista en dolor”. “Cuando te arranqué ya estabas elegida por mi ansia de atormentar". “Elegida entre millones para un destino de martirio."Tienta y niega"."El mundo es una mesa tendida de la tentación con infinitos embarazos interpuestos y no de menor variedad de estorbos que de cosas brindadas [...]" De "El Torturador de un Trébol ".M. F.

De "Utopia de un hombre que está cansado"

De "Utopia de un hombre que está cansado"
"[...] -Nadie puede leer dos mil libros. En los cuatro siglos que vivo no habré pasado de una media docena. Además no importa leer sino releer. La imprenta, ahora abolida, ha sido uno de los peores males del hombre, ya que tendió a multiplicar hasta el vértigo textos innecesarios[...]"

"Tantalia el mundo es de inspiración Tantálica"


Primer momento: El cuidador de una plantita.

Él acaba por convencerse de que su sentimentalidad, aptitud de simpatía, que viene desde tiempo luchando por recuperar, está agotada, y en los sufrimientos de este descubrimiento cavila y halla por fin que quizá el cuidado de una plantita endeble, de una mínima vida, de lo más necesitado de cariño, debiera ser el comienzo de la reeducación de su sentimentalidad.

Ocurre que pocos días después de esta meditación y proyectos en suspenso, Ella, sin sospechar tales cavilaciones pero movida por una aprensión vaga del empobrecimiento afectivo en él, le envía por regalo una plantita de trébol.

Él resuelve adoptarla para iniciar el procedimiento entrevisto. La cuida con entusiasmo durante un tiempo y cada vez más se percata de la infinidad de atenciones y protecciones, expuestas a un descuido fatal, exigidas para la seguridad de la vida por un ser tan débil, al que un gato, una helada, un golpe, sed, calor, viento, amenazan. Se siente intimidado por la posibilidad de verla morirse un día por mínimo descuido; pero no es sólo el temor de perderla para su cariño, sino que conversando con Ella, cavilosos como todos los que están en la pasión, y más cuando en esa pasión uno decae, llegan a la obsesión de que exista algún nexo de destinos entre el vivir de la plantita y su vivir o el de su amor. Fue Ella la que un día vino a decirle que ese trébol fuera el símbolo del vivir del amor.

Empiezan a temer que la plantita muera y muera así, uno u otro, y lo que es más: el amor, única muerte que hay. Se ven sucesivamente, meditando en coloquios, creciendo el pavor a que se ven sujetos. Deciden entonces anular la identidad reconocible de esta plantita para que, eludiendo el mal presagio de matarla, nada haya identificable en el mundo a cuyo existir esté supeditada la vida y amor de ellos; y al par así, sitúanse en la asegurada ignorancia de no saber nunca si aquel existir vegetal que tan singularmente se había hecho parte en las vicisitudes de una pasión humana, se muere o vive. Resuelven, entonces, de noche, en un paraje no reconocible para ellos, perderla en un vasto trebolar.


Segundo momento: Identidad de una mata de trébol.


Pero la excitación que iba creciendo desde algún tiempo en Él, y el desencanto de ambos por haber tenido que renunciar a la comenzada tentativa de reeducación de su sensibilidad y al hábito y cariño de cuidar a la plantita que alboreaba en Él, se traduce en un acto oculto que realiza al retorno de esa labor de olvidación en las sombras. En el trayecto, sin que lo advirtiera de fijo pero con algún pulso de zozobra en Ella, sin embargo, Él se inclinó y cogió otra mata de trébol.

—¿Qué hacés?

—Nada.

Ambos se separaron al amanecer, quedando en Ella algo de sobresalto, en ambos el alivio de no reconocerse ya dependientes del vivir simbólico de esa plantita, y en ambos también la pavura que nos viene de todas las situaciones de lo irreparable, cuando acabamos de crear un imposible cualquiera, como en este caso el imposible de saber jamás si vivía y cuál era la plantita que fuera al principio obsequio de amor.


Tercer momento: El torturador de un trébol.


“Por múltiples modos y males me veo sin placeres ni de inteligencia o arte ni sensuales, que se brindan en torno. Me voy quedando sordo habiendo sido la música mi mayor goce; los largos paseos entre los cercos se hacen imposibles por mil detalles de decadencia fisiológica. Y así en las demás cosas…

“Esta plantita de trébol ha sido elegida por mí para el Dolor, entre otras muchas; ¡elegida! ¡pobrecita! Veré si puedo hacerle un mundo de Dolor. Si su Inocencia y su Tortura llegan a tanto que estalle algo en el Ser, en la Universalidad, que clame y logre la Nada para ella y para el todo, la Cesación, pues el mundo es tal que no hay siquiera muerte individual; el cesar del Todo o la eternidad inexorable para todos. La única cesación inteligible es la del Todo; la particular de que el que ha sentido una vez cese de sentir, quedando existente, cesado él, la restante realidad, es una contradicción verbal, una concepción imposible.

“Elegida entre millares, te tocó a ti serlo, serlo para el Dolor. Aún no; ¡desde mañana seré contigo un artista en Dolor!

“Durante tres días, sesenta, setenta horas el viento del verano estuvo constante oscilando dentro de un corto ángulo, fue y volvió de un acento y de una dirección a una pequeña variante de acento y dirección; y la puerta de mi habitación retenida en su batir entre el quicio y una silla que puse para acortar su oscilar, batía sin cesar, y el postigo de mi ventana golpeaba también sin cesar sometido al viento. Sesenta, setenta horas la hoja de la puerta y el postigo cediendo minuto a minuto a su distinta presión, y yo al par, sentado o columpiándome en la silla de hamaca.

“Parece entonces que yo me dije: esto es la Eternidad. Parece que fue por esto que veía yo, por esa formulación de hastío, de no sentido de las cosas, de no finalidad, de todo es lo mismo, dolor, placer, crueldad, bondad, que hubo nacido el pensamiento de hacerme el torturador de una plantita.

“Ensayaré —me repetía— sin intentar ya amar de nuevo, torturar lo más endeble e indefenso, la forma más mansa y herible de la vida: seré el torturador de esta plantita. Esta es la pobrecita elegida entre miles para soportar mi ingenio y empeño torturador. Ya que cuando fue mi ánimo hacer la felicidad de un trébol tuve que renunciar al intento y desterrarlo de mí bajo sentencia de irreconocibilidad, el péndulo de mi pervertida y descalabrada voluntad transporté al otro extremo, surgiendo de súbito en una mutación opuesta, en el malquerer, y alumbró prestamente la idea de martirizar la inocencia y orfandad a fin de obtener el suicidio del Cosmos por vergüenza de que en su seno prosperara una escena tan repulsiva y cobarde. ¡Al fin y al cabo, el Cosmos también me ha creado a mí!

“Yo niego la Muerte, no hay la Muerte aún como ocultación de un ser para otro, cuando para ellos hubo el todo amor; y no la niego solamente como muerte para sí mismo. Si no hay la muerte de quien sintió una vez, ¿por qué no ha de haber el dejar de ser total, aniquilamiento del Todo? Tú sí eres posible, Cesación eterna. En ti nos guareceríamos todos los que no creemos en la muerte y no estamos tampoco conformes con el ser, con la vida. Y creo que el Deseo puede llegar a obrar directamente, sin mediación de nuestro cuerpo, sobre el Cosmos, que la Fe puede mover montañas; creo yo aunque nadie otro creyera.

“No puedo reavivar el lacerante recuerdo de la vida de dolor que sistematicé, ingeniándome cada día en nuevos modos crueles para hacerla padecer sin matarla.

“Como por sobre ascuas tendrá que decir que la colocaba todos los días próxima e intocada de los rayos del sol y tenía la prolijidad de crueldad de alejarla con el avanzar de la mancha del sol. Apenas la regaba para que no muriera y en cambio la rodeaba de recipientes de agua y había inventado fieles rumores de lluvia y lloviznas vecinas que no llegaban a refrescarla. Tentar y no dar… El mundo es una mesa tendida de la Tentación con infinitos embarazos interpuestos y no menor variedad de estorbos que de cosas brindadas. El mundo es de inspiración tantálica: despliegue de un inmenso hacerse desear que se llama Cosmos, o mejor: la Tentación. Todo lo que desea un trébol y todo lo que desea un hombre le es brindado y negado. Yo también pensé: tienta y niega. Mi consigna interior, mi tantalismo, era buscar las exquisitas condiciones máximas de sufrimiento sin tocar a la vida, procurando al contrario la vida más plena, la sensibilidad más viva y excitada para el padecer. Y logré que en esto el dolor de privación tantálica la estremeciera. Mas no podía mirarla ni tocarla; me vencía de repulsión mi propia obra; (cuando la arranqué, en aquella noche tan negra a mi espíritu, no miré hacia donde estaba y su contacto me fue por demás odioso). El rumor de lluvia sin alcanzarle su húmedo frescor hacíala retorcerse. ¡Vergüenza!

“¡Elegida entre millones para un destino de martirio! ¡Elegida! ¡Pobrecita! ¡Oh!, tu Dolor ha de saltar el mundo. Cuando te arranqué ya estabas elegida por mi ansia de atormentar.”


Cuarto momento: El amigo.


Vemos a su amigo Luis entrar a su habitación; y en el centro de ésta detenerse, pálido y hurgando todo en torno con la mirada, agitado.

—Venía a sacarte de aquí para distracción. Pero me he sentido aquí amenazado con un sufrir súbito. ¿Es que aumenta tu malestar?

Él, sentado como pasaba las horas espiando a la plantita reseca y helada entre él y la ventana, separada de la lluvia y del rayo de sol que unos días u otros podían regarla o calentarla, contestó:

—Como siempre.

Agitándose, Luis gritó:

—¿Pero quién sufre aquí? ¡Qué destrozarse, qué agonizar! Me voy a respirar.

Él, avergonzado, rojo de rubor, quedó retorciéndose. Exclamaba, mirando por donde partía Luis: Feliz de él, feliz, feliz.


Quinto momento: Nuevo sonreír.


La fórmula radical, íntima, de lo que él estaba haciendo miserablemente, era la ambición y ansiedad de lograr el reemplazo por la Nada de la Totalidad, de todo lo que hay, lo que hubo, lo que es, de toda la Realidad material y espiritual. Creía que el Cosmos, lo Real, no podría soportar mucho tiempo, avergonzándose de albergar en su ámbito una escena tal de tortura ejercida sobre un primer eslabón de lo viviente más frágil, por el mayor poder y dotación de lo viviente. ¡El hombre tiranizando un trébol! ¡Era para eso que había advenido el Hombre!

La irritación de lo rehusado después de ofrecido enloquece de perversidad a un hombre de máximo pensamiento. De ahí el martirio cobarde, el repugnante complacimiento del mayor poder en una alevosía a un mínimo existir.

Su pensamiento sabía la igual posibilidad de la Nada y el Ser, y creía inteligible y posible una sustitución del Todo-Ser por la Todo-Nada. Él, como el máximo de la Conciencia de Vida, como hombre y hombre excepcional en dotes, era quien podría en un refinamiento último de pensamiento haber hallado el resorte, el talismán que podría determinar la opción del Ser por la Nada; opción o reemplazo o “empujamiento afuera” del Ser por la Nada. Porque verdaderamente, dígaseme si no es así, si no es cierto que no hay elemento alguno mental que pueda decidir que la Nada o el Ser difieran en su posibilidad de darse en grado alguno; si no es totalmente posible que se diera la Nada en lugar del Ser. Esto es cierto, evidente, porque el mundo es o no es, pero si es, es causalístico, y así su cesación, su no ser es causable, aunque el resorte buscado no determinara la cesación del Ser, quizá otro la determinaría… Si el darse el Mundo o la Nada son de absoluta igual posibilidad, en este equilibrio o balanza de Ser y Nada, una brizna, una gota de rocío, un suspiro, un deseo, una idea, pueden tener eficacia para precipitar la alternativa de un Mundo de Ser a un Mundo de No-Ser.

Vendría un día el Salvador-de-Ser…

(Yo lo digo comentando, teorizando lo que él hizo, pero no soy Él)

Pero Ella vino un día:

—Dime, ¿qué hiciste aquella noche, porque yo sentí el opaco rumor de un desenraizar de matita, el sonido de la tierra que apaga el arrancar de una tierna raíz ¿Eso es lo que yo oí?

¡Y entonces: Él se sintió de nuevo en su natural después de una larga peregrinación tras de respuesta, y se echó a llorar en brazos de Ella y la amó de nuevo, inmensamente, como antes! Era un llanto que hacía diez o doce años no lograba derramarse, que hinchaba su corazón, que había querido hacer estallar el mundo, y al serle recordado el gritito, el murmullo abismante del dolorcillo vegetal, de pequeña raíz arrancada, ¡fue eso! lo que necesitó su naturaleza para que el llanto, desbordándose, lavara su ser todo y lo volviera a los días de su plenitud de amor… Un gritito sofocado de raíz doliente entre la tierra, así como pudo decidir hacia el No-Ser toda la Realidad, pudo entonces cambiar toda la vida de Él.

Yo lo creo. Y lo que cree todo el mundo es mucho más de lo que nuestro creer en esto —¿quién se mide en el creer?—; no me digáis, pues, absurdo temerario en el creer. Cualquier mujer cree que la vida del amado puede depender del marchitarse del clavel que le diera si el amado descuida ponerlo en agua en el vaso que ella le regaló otrora. Toda madre cree que el hijo que parte con su “bendición” ya protegido de males. Toda mujer cree que lo que reza con fervor puede sobre los destinos. Todo-es-posible es mi creencia. Así, pues.

Yo lo creo.

No me engaña el verbiario hinchado del plácido ideario de muchos metafísicos, con sus juicios fundados en juicios. Un Hecho, un hecho que enloquezca de humillación, de horror, al Secreto, al Ser-Misterio, el martirio de la Inocencia Vegetal por la máxima personalización de la Conciencia: el Hombre, por el máximo poder no mecánico. Un hecho tal, sin necesidad de verificación, meramente concebido por una conciencia humana, creo que puede estremecer hacia el No-Ser todo lo que es.

Concebido está; luego la Cesación está potencialmente causada; podemos esperarla. Pero la milagrosa re-creación de amor concebida al par por el autor, batallará quizá con aquélla o triunfará más tarde después de realizado el No-Ser. En verdad el continuo psicológico conciencial es una serie de cesaciones y re-creaciones más que un continuo.

Los he visto amarse otra vez; pero no puedo mirarlo a él o escucharlo sin súbito horror. Ojalá nunca me hubiera hecho su terrible confesión.

Macedonio Fernández.

La Memoria de Shakespeare (Fragmentos)

[...]

Le ofrezco la memoria de Shakespeare desde los días más pueriles y antiguos hasta los del principio de abril de 1616.

[...]

No acerté a pronunciar una palabra. Fue como si me ofrecieran el mar.

[...]

Me quedé pensando. ¿No había consagrado yo mi vida, no menos incolora que extraña, a la busca de Shakespeare? ¿No era justo que al fin de la jornada diera con él?

[...]

-Acepto la memoria de Shakespeare.

Algo, sin duda, aconteció, pero no lo sentí.

Apenas un principio de fatiga, acaso imaginaria.

Recuerdo claramente que Thorpe me dijo:

-La memoria ya ha entrado en su conciencia, pero hay que descubrirla. Surgirá en los sueños, en la vigilia, al volver las hojas de un libro o al doblar una esquina. No se impaciente usted, no invente recuerdos. El azar puede favorecerlo o demorarlo, según su misterioso modo. A medida que yo vaya olvidando, usted recordará. No le prometo un plazo.

[...]

Shakespeare sería mío, como nadie lo fue de nadie, ni en el amor, ni en la amistad, ni siquiera en el odio. De algún modo yo sería Shakespeare. No escribiría las tragedias ni los intrincados sonetos, pero recordaría el instante en que me fueron reveladas las brujas, que también son las parcas, y aquel otro en que me fueron dadas las vastas líneas:

And shake the yoke of inauspicious starsFrom this worldweary flesh.

Recordaría a Anne Hathaway como recuerdo a aquella mujer, ya madura, que me enseñó el amor en un departamento de Lübeck, hace ya tantos años.

[...]

Jorge Luis Borges.

(Ver texto completo en Páginas interiores)

De "Papeles de Recien Venido"

De "Papeles de Recien Venido"
"[...] Lo que es difícil de retener es al lector: ¿por dónde andará ahora?. Uno al menos y sin pretensión necesito .Al principio lo había conseguido y no he sabido cuidarlo. Es inmodesto, y quizá le incomodará, haber topado con el único libro en que solamente el autor habla.[...]" . Macedonio Fernández

De "Literaturas Germánicas Medievales"

De "Literaturas Germánicas Medievales"
"Maldon (...) guarda la memoria de una derrota. Se trata de un fragmento; los invasores daneses piden tributo a los sajones, estos responden que lo pagarán con sus viejas espadas. El combate se entabla; los ´lobos de la matanza´, los vikings, apremian a los sajones; el capitán sajón, herido de muerte, agradece a Dios con su último aliento todas las dichas que ha tenido en el mundo. Lo matan y uno de sus hombres, que es un anciano, dice: cuanto menor sea nuestra fuerza, mas animoso debe ser nuestro corazón. Aquí yace nuestro señor, hecho pedazos, el que mas valía, en el polvo. Quien quiera retirarse de este juego, se lamentará para siempre. Mis años ya son muchos, y me quedaré a descansar, junto a mi señor, a quien quiero tanto". Jorge Luis Borges de "Antiguas Literaturas Germánicas".

Xul Solar y Borges

Xul Solar y Borges
"Hombre versado en todas las disciplinas, curioso de todos los arcanos, padre de escrituras, de lenguajes, de utopías, de mitologías y astrólogo, perfecto en la indulgente ironía y en la generosa amistad, Xul Solar es uno de los acontecimientos más singulares de nuestra época". Así se refiere Jorge Luis Borges, a su amigo Xul Solar. El genio de Xul no sólo se expresó mediante la pintura. Liberó también su pulsión inventiva a través de un panajedrez; una panlengua; una recreación del español, el neocriollismo; un tipo de teatro de títeres para adultos. El panajedrez, panjuego, o ajedrez criollo, se diferencia del ajedrez convencional por su cantidad de casillas. Posee 13 en lugar de las ochos habituales. La cantidad de piezas son 60, en lugar de 32, con 30 correspondientes a cada jugador. Las casillas se correlacionan con el tiempo...y las constelaciones y signos zodiacales. La partida se comenzaba fuera del tablero. La anotación de las jugadas puede generar palabras, motivos musicales y pictóricos. El juego así no sólo admite las combinaciones de movimientos sin fin. También permite estimular la creación musical y pictórica. Xul solar convirtió su existencia en irradiación creadora.

Jorge Francisco Isidoro Luis Borges

Jorge Francisco Isidoro Luis Borges
Jorge Luis Borges. Foto Intervención A. M. R.

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