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Jorge Luis Borges |
[24/24 Borges: Día 5. Agosto, mes de Borges]
Asistimos
a un justo tributo donde la poética de la imagen nos permite estar siempre
detrás de los ojos del protagonista, Jorge Luis Borges, y ver a través de su
mirada, atenuando la severidad de su verso, cuando dice, refiriéndose a la
condición del muerto, (el que está ya "ubicuamente ajeno"): "Nos
hemos repartido como ladrones el caudal de los días y de las noches". A
cambio es Borges ese lector intacto, dueño de su mitología y de su exacta
enunciación, quien nos deja ver las formas y colores que siempre están
amenazando con desvanecerse, con transfigurarse, aprisionándonos “en esa red
sonora de antes, después, ayer , mientras , ahora, derecha, izquierda, yo tú,
aquellos , otros", los arcanos del tiempo, el espacio y las letras, o como
sonoramente dice "de las Letras, del Tiempo y del Espacio".
Ernesto
Ardito y Virna Molina, logran ese virtuosismo del discurso
audiovisual, exaltando al espectador y condicionándolo literalmente al enfoque
permanente de un fragmento de la realidad, a la minuciosa observación, a ver
con atenta meticulosidad lo que estaría a punto de diluirse, las "formas
luminosas y vagas que no son aún la tiniebla" esas del Elogio de la Sombra
del admirado autor; y de esta manera rendir un homenaje a quien se ejercitó en
focalizar los entramados del universo, transgrediendo la ceguera de
otros, de muchos de sus contemporáneos, y construyendo una literatura que fuera
permanente búsqueda de compensaciones y engranajes entre redes de símbolos
aparentemente distantes y no convenientes, como en el poema del leopardo,
revelándose al amor y a la crueldad, y al caliente placer de despedazar y al
viento con olor a venado, pero asumiendo con valerosa ignorancia su cautiverio,
que inspirará una palabra al poema de Dante, versos que tienen su preciso lugar
en la trama del universo.
Así,
esta preciosa Memoria Iluminada, nos convierte en lectores activos
de un libro vivo, ese del rumor desgastado de las páginas, cuya auténtica
lectura siempre está mediada por lentes de aumento, por caleidoscopios, que proveen
de singulares intersticios al lector; Virna y Ernesto saben bien que ese objeto
polifónico que se queda en silencio cuando se le cierran las alas, es el
verdadero protagonista en la historia de un Lector cuyo acontecimiento capital
fue la Biblioteca de su padre, donde le fue revelada la "gravitación de
los libros, el ámbito sereno de un orden, el tiempo disecado y conservado
mágicamente "
Ana
María Rivera ©
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