Obra Pictórica de Oscar Agustín Alejandro Schultz Solari, conocido como Xul Solar.
Ahora el autor, Macedonio Fernández, en el acto más generoso que escritor
alguno haya tenido, le otorga la posibilidad al lector de reescribir la primera
novela buena, "Museo de la Novela de la Eterna". No podemos dar
crédito a tanta majestad del espíritu. Sin premura como buen escritor salteado,
nos insta a nosotros, "lectores no seguidos", - ¡a ultranza salteados
también!-, a suprimir, enmendar, cambiar, "Pero si acaso que algo
quede", de esta novela, que acogiéndose a su teoría novelística, deberá
ajustarse a la "trama de doble novela", en donde el lector es
personaje leído y leyente.
¡Oh Macedonio, belarte!
Ana María Rivera
(Prólogo final)
Lo dejo libro abierto: será acaso el primer "libro
abierto" en la literatura, es decir que el autor, deseando que fuera mejor
o siquiera bueno y convencido de que por su destrozada estructura es una
temeraria torpeza con el lector, pero también de que es rico en sugestiones,
deja autorizado a todo escritor futuro de impulso y circunstancias que
favorezcan un intenso trabajo, para corregirlo y editarlo libremente, con o sin
mención de mi obra y nombre. No será poco el trabajo. Suprima, enmiende,
cambie, pero, si acaso, que algo quede.
En esta oportunidad insisto en que la verdadera ejecución de mi
teoría novelística sólo podría cumplirse escribiendo la novela de varias
personas que se juntan para leer otra, de manera que ellas,
lectores-personajes, lectores de la otra novela personajes de ésta, se
perfilaran incesantemente como personas existentes, no
"personajes", por contrachoque con las figuras e imágenes de la
novela por ellos mismos leída.
Tal trama de personajes leídos y leyentes con personajes sólo
leídos, desarrollada sistemáticamente cumpliría una uniforme constante
exigencia de la doctrina. Trama de doble novela.
Dígolo para confesar que mi libro está muy lejos de la fórmula de
la belarte de personajes por la palabra. Queda también esto, pues, como
"empresa abierta".
Dejo así dados la teoría perfecta de la novela, una imperfecta
pieza de ejecución de ella y un perfecto plan de su ejecución.
Nótese que hay una verdadera posibilidad en el adosamiento de la
doble trama, por el que obtendría mediante una alquimia conciencial una
asunción de vida para el personaje-lector, con vigorización de la nada
existencial del personaje-leído, que es mucho más personaje por ello, que
acentúa su franco no ser con un énfasis de inexistencia que lo purifica y
enaltece lejos de toda promiscuidad con lo real; y al propio tiempo repercute
la asunción de existencia del personaje leyente en el lector real, que por contrafigura
con el personaje se desdibuja de existencia él mismo.
Este confusionismo deliberado es probablemente de una fecundidad
conciencial liberadora; labor de genuina artisticidad; artificiosidad fecunda
para la conciencia en su efecto de fragilizar la noción y certeza de ser, de la
que procede la universal intimidación de la igualmente absurda y vacua noción
verbal del no-ser. No hay más que un no-ser: el del personaje, el de la
fantasía, el de lo imaginado. El imaginador no conocerá nunca el no ser.
Macedonio Fernández
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