Libros

enero 25, 2011

IV Adriana Buenos Aires

De Oscar Agustín Alejandro Schultz Solari, conocido como Xul Solar.

 
Macedonio Fernández, nos ofrece aquí, un aparte de "Adriana Buenos Aires", la "última novela mala", que precede a su "Museo de la Novela de la Eterna", la primera novela buena. Por supuesto caro Macedonio que comprendemos la "verdadera proeza de disciplina" de escribir una novela mala, "para un autor al cual le es tan fácil hacer genial una novela".

 Así se anuncia la literatura, no de hoy, sino de pasado mañana. Decenas de Prólogos como antesala a una novela que nunca termina, porque no ha empezado, o que siempre está empezando; y que rehace el lector en cada incursión a la página escrita. Así es el Museo de la Novela de la Eterna.

Ana María Rivera

Nota  a  la  Novela  Mala


De los dos géneros de la novela, ésta es la "Última Novela del Género de Mala", como la "Novela de la Eterna y Niña de Dolor, la Dulce- Persona de-un-amor que no fue sabido" es la "Primera Novela del Género de Buena", según ha quedado advertido en prólogos de esta última con más la evidente explicación de por qué se necesitaba antes acertar, y hacer, la última mala.

Prueba dura ha sido el mayor mérito quizá para el autor, que detenta el secreto de la doctrina de la novela buena, resistir a la incesante tentación de corregir las muchas inocencias artísticas de este relato, las ridículas interjecciones y las frases sentimentales, las casualidades y prodigios del azar; compréndase que para un autor al cual le es tan fácil hacer genial una novela, ello fue verdadera proeza de disciplina.

Estímeseme el trabajo que me ha costado no hacer genial a esta novela. Con razón encontré tantos modestos que alegaron falta de talento suficiente para encargarse. Y por cierto que hacer una novela mala en falso es más difícil que hacer la buena en buena.

Y una vez más: que no se las confunda.

En fin, declárome culpable, en mi debilidad por lo muy bueno, de haber destrozado y desechado un precioso de malo Final sangriento y de total ruina que tenía perfectamente construido hasta el punto de que todo el novelar no era más que la preparación adecuada para tal Final, y suplantándolo por el que vais a leer, que es perfecto, pero de perfecta novela, no en género malo, conforme a mi teoría de que la única verdadera tragedia no es el imposible de amor ni la muerte de los amantes sino el descaecimiento de lo que fue amor, el Olvido.

Los buenos lectores de novela mala tendrán que perdonarme el no detonante desenlace. Admito que es un final que no lo oyen ni los vecinos ni los protagonistas. De todo en el mundo lo verdaderamente trágico es el olvido, y de éste, lo más desesperante es que no se lo advierte: el gradual insidioso advenimiento de la conformidad. Y los protagonistas no saben que son muertos.

Macedonio  Fernández

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