(Ver video,"Borges Recitales .Delia Elena San
Marco")
Nos despedimos en
una de las esquinas del Once.
Desde la otra vereda volví a mirar; usted se había dado
vuelta y me dijo adiós con la mano.
Un río de vehículos y de gente corría entre nosotros; eran
las cinco de una tarde cualquiera; cómo iba yo a saber que aquel río era el
triste Aqueronte, el insuperable.
Ya no nos vimos y un año después usted había muerto.
Y ahora yo busco esa memoria y la miro y pienso que era
falsa y que detrás de la despedida trivial estaba la infinita separación.
Anoche no salí después de comer y releí, para comprender
estas cosas, la última enseñanza que Platón pone en boca de su maestro. Leí que
el alma puede huir cuando muere la carne.
Y ahora no sé si la verdad está en la aciaga interpretación
ulterior o en la despedida inocente.
Porque si no mueren las almas, está muy bien que en sus
despedidas no haya énfasis.
Decirse adiós es negar la separación, es decir: Hoy jugamos
a separarnos pero nos veremos mañana. Los hombres inventaron el adiós porque se
saben de algún modo inmortales, aunque se juzguen contingentes y efímeros.
Delia: alguna vez anudaremos ¿junto a qué río? este diálogo
incierto y nos preguntaremos si alguna vez, en una ciudad que se perdía en una
llanura, fuimos Borges y Delia.
Jorge Luis Borges - El Hacedor
Querida Ana María
ResponderEliminarNo es casual -no puede serlo- que luego de la bellísima interpretación del sueño de Pedro Henríquez Ureña, hayas elegido este texto de nuestro querido escritor, y que tuve el priviliegio de escucharlo por tí.
Un abrazo en Borges
Y te parece que es casual nuestro encuentro,querido Marcelo;"dos seres que se renocen a través de los versos del poeta,y ya se saben entrañables sin apenas conocerse".
ResponderEliminarTodos los abrazos en Borges.
Espera ésta semana a "Delia Elena San Marco".
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar"Borges desde la línea A, que dejó de transitar por Buenos Aires"
ResponderEliminardejaron de transitar los viejos trenes del A por Buenos Aires. Pero queda esta imagen y nos queda Borges!
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